Tela de musaraña

Suena a una combinación poco común. Después de todo, mientras el rock abandera la fuerza de la juventud por medio de la energía y rebeldía, el manga, en especial los clásicos shojo cuenta historias de héroes y heroínas que mas bien parecen sufridos mártires, además de que las series de anime, efecto secundario de los mangas populares (como Heidi, Candy Candy, Sandibell, Remy, entre otras ampliamente repetidas en la televivión abierta), han sido el principal medio de difusión de las canciones melosas y simplonas del j-pop, siendo aún peores los openings modificados al español. Y en el caso de los shonen, aún cuando a veces utilizaban canciones un tanto más agresivas, son pocas las canciones que brillan realmente debido, también, a las malas modificaciones en la traducción, de forma que las canciones que recordamos con cariño debido a una serie, han llegado ya con una fuerte deformación de sus sentido original debido a la comercialización y traducción. Por otro lado, la mayoría de las s

Distinguidos lectores: Escribo desde un lindo pueblito, cuyo nombre escribí arriba, a donde vine gracias a las Brigadas de Apoyo Multidisciplinarias que organiza mi escuela, el IPN. Tengo montones de hermosas fotos pero por desgracia dejé mi cámara en el Hotel. Pronto les derá más noticias. Ciao!!!!

Mientras camino por la calle, una duda acecha mi mente. Justo al salir de mi casa, me los topé. Yo agaché la cabeza, fingiendo no verles y bajé la banqueta, con la vana esperanza de que todo terminara ahí. Pero no fué así. Acada cuadra que daba, en cada lugar que volteara ahí estaban. Y cada vez se volvían más reales y tangibles, al grado que los veía caminar junto a mí. Playeras rojas, azules, amarillas y naranjas trataban de llamar mi atención y mi confianza, aunque a cada momento, me hacían desconfiar más. TRAté de ignorarlos, pero incluso en mi casa los encontré: al alzar la bocina del teléfono una voz salida de una grabación me decía por quien votar. Quise saber que hacer para parar este acoso, pero al ver las sonrisas de esos rostros de plástico que me miran (ellos creen que amablemente) con sus caras de cabrones, distingo al fondo de sus ojos el desdén de quien sabe que, no importa a quien elija, alguno de ellos se llevará el pastel. Y no importa (en verdad no importa, dosciento