Insanis Tempus
Entonces caí. Mi mente se fue hundiendo en el abismo profundo e inacabable, como lo había hecho muchas veces. Y siempre era igual de malo. Primero grité, aterrado, y moví mis brazos y piernas en un intento desesperado por asirme a algo que me sacara a la cordura, pero fue en vano. El miedo hizo mella en mí y finalmente perdí el control de mí imagen mental de mí mismo cayendo en ese abismo sin fin, perdiendo toda noción de mí. -Imbécil. La risa irreverente que tanto conocía rebotó en mis oídos a todo volumen, haciendo que me doliera la cabeza. Demonios. ¡No tengo cabeza! Trato de alzar los brazos pero me doy cuenta de que de hecho no tengo cuerpo, y aún así este dolor no se me quita. -Eres tú otra vez- digo fastidiado, mientras el extraño duendecillo empieza a juguetear haciendo un graffiti a mitad de la nada. -No soy yo otra vez. Esta vez soy nuevo, no es lo mismo hoy yo que el yo de la otra noche. Traté de incorporarme, pero recordé que no tenía cuerpo, así que simplemente