La Dama
El hada tomó al joven por la nuca y le besó suavemente.
Éste sintó el fuerte influjo que ella ejercía sobre él, era como el llamado que la Luna sobre los mares.
El joven a su vez la besó, y contemplándole con embeleso, respondió:
-Esta es la bendición mía y de los míos, hija del Agua. Esta marca te ha de iluminar por siempre, pues ya la he pagado yo. Es mi Protección y mi Sueño, que he depositado en tí. Cuida este tesoro y te perteneceré por el resto de los Tiempos.
La Dama sonrió, y descendió de la roca para abrazarse aún más al Hijo de la Tierra. Estaban a mano.
Comentarios
Publicar un comentario
Siéntete libre de expresar lo que opinas