Quepocalipsis (uno de estos días en que el cielo es gris)


Muchos dijeron que pasaría. Los cielos se abrirían y el mundo se vendría abajo.
Cada cual tiene una versión del fin de mundo, su propia hecatombe personal revisada y ajustada perfectamente a la mentalidad de cada cual, en la que juzgan cual Dantes, al mundo completo a su entero capricho; sin darse cuenta que nuestro mundo ( mundo) se está viniendo abajo a cada segundo en que gira alrededor del sol.
Puedo ver el desgaste de sus engranes cuando son forzados por el temperamento del hombre a desviarse del camino fijado. ¿O es al revés? ¿Son acaso los engranes de nuestra propia naturaleza los que nos conducen por los senderos de la devastación?
A saber porqué, pero el mundo está hecho una mierda.
A cada paso que doy en este bacheado mundo, me voy dando cuenta que desde antes que yo naciera ya habían empujado la ficha de dominó que acabaría barriendo con las demás. No hay nada que hacer. Me han encerrado en este viejo estercolero y se han tragado la llave, los muy malditos.
Tratar de cambiarlo es como empujar a la muralla china, abanicar a Juárez.
Hacer una cambio es dejar más mierda a los que vienen.
Porque nadie sabe quien es el verdadero dueño de las marionetas, y la verdad se oculta entre millares de historias alternas, riéndose de mi ingenuidad que se resiste a desmoronarse ante los cañonasos de su poder, que aplasta como un niño a una hormiga.
Tranquila. Respira lo más hondo que puedas y corre. Huye lejos de aquí a donde puedas mirar el cielo estrellado. Mira la Luna. Llora. Desquita tu furia contenida en un golpe al vacío. Laméntate de tus sueños desterrados y trata de pensar que están mejor sin tí.
Ahora, ligera de pesares, mira a tu alrededor.
Busca en lo recóndito de tu alma ese rayo de luz que te dejó ver la ola que venía hacia tí. ¿Aún queda algo? En la oscuridad y la calma no es tan difícil recordar los rostros conocidos y desconocidos de las personas que buscann, como tú, la luz. Esos pequeños placeres que te dan fuerza.
Mira atrás. Estás un metro más lejos del punto de partida. Más cerca del final. Ya casi llegas a la suguiente aventura. ¿Quién dice que será facil? ¿Acaso la disfrutarás? Nadie lo asegura. Pero estás orgulloso de aguantar hasta hoy. Y te has hecho más fuerte. Mira por última vez a tu espalda, échate tu morral al hombro y ponte de nuevo a andar.

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