Poesía Corpórea III: Dolor

Papá por treinta o por cuarenta años,
amigo de mi vida todo el tiempo,
protector de mi miedo, vaso mío,
palabra clara, corazón resuelto,

te has muerto cuando menos falta hacías,
cuando más falta me haces, padre, abuelo,
hijo y hermano mío, esponja de mi sangre,
pañuelo de mis ojos, almohada de mi sueño.

Te has muerto y me has matado un poco.
Porque no estás, ya no estaremos nunca
completos, en un sitio, de algún modo.

Algo le falta al mundo, y tú te has puesto
a empobrecerlo más, ya hacer a solas
tus gentes tristes y tu Dios contento.


Jaime Sabines

La danza no necesariamente es alegría. Es conocida la necesidad de expresar tanto júbilo como tristeza para un buen drama, sin embargo, la danza es un objeto claro de lenguaje universal.
Debe ser capaz de mover hasta nuestras más profundas fibras y dar consuelo y llanto a quien lo necesite.
Una revolucionaria en el campo de la expresión dancística fué Martha Graham. A partir de movimientos curvos y ensimismados del torso expresaba una parte esencial e ineludible del ser humano, olvidada hasta entonces: el dolor. Si en el ballet clásico uno de los propósitos básicos era ocultar el esfuerzo, ella lo hacía visible porque "es parte de la vida". De esta forma, todo el abanico de sentimientos quedaba representado: odio, amargura o éxtasis eran transmitidos con un solo gesto. Graham se concentró en el torso como fuente de vida, como motor. "Los brazos y las piernas pueden ser usados para manipulaciones o traslados, la cabeza para decisiones y juicios. Pero todo, cada emoción, se hace visible primero en el torso. El corazón late y el pulmón se llena, allí está el aire y con él la vida", decía.
A tono con la coreografía de Martha Graham: Lamentación

Fuentes:
www.danzaballet.com

http://amediavoz.com

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