Amanecer

Susurrando entre las rocas, casi toco el cielo y abajo, el mar se estrella furioso contra la Tierra. El abismo que se  encuentra, vasto, profundísimo, entre la cima y los escollos parece cortarse por un fino manto de nubes. Sin embargo sé que está ahí, porque el olor del agua salada sube hasta mí, y oigo los gritos de dolor de la roca cada vez que el océano la golpea. Miro hacia el horizonte, tan lejos que no puedo saber la distancia, y el sol, subiendo entre la niebla, pinta de rojo el aire, mientras lo saludan las gaviotas.
Un amanecer más en este lugar, sin pensar ni preocuparse de cosas vanas que nos atan a la mediocridad...

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