Anoche

…Y créanme gente que aunque hubo ruido nadie salió,
no hubo curiosos, no hubo preguntas, nadie lloró…
Rubén Blades

Ya voy llegando. El cansancio del día se agolpa en mis piernas y de repente ya no tengo ganas de bajarme del asiento del camión (cómodo al no haber otra cosa mejor), pero finalmente me levanto a indicar la parada con el timbre. Es tarde, siempre se hace tarde. En la mañana, para llegar el trabajo. Hay que madrugar, salir corriendo, tomar taxi para las últimas cuadras, que si no, te descuentan. En la tarde para la hora de la comida. Hay que encargar a doña Chole la comida desde antes, y de todas formas salimos 10 minutos más tarde porque había un trabajo que urgía y había que entregarlo antes del almuerzo. De noche sale uno como torpedo, pero pronto es refrenado por la ola de tráfico que se extiende a kilómetros y kilómetros por la autopista.
Sí, hay cierto cansancio general entre los adormecidos pasajeros. Junto a mí se baja un par de personas. Camino entre las calles de mi colonia hasta casa, un poco paranoica porque siento que me siguen. Curioso. Tres casas antes que la mía, los que se bajaron conmigo en el camión y parecían seguirme, se han metido a su casa. Son mis vecinos y ni siquiera sé quiénes son. Tal vez incluso trabajan por donde yo. Bueno, la verdad no me importa. Quiero darme un buen baño y ver un poco de televisión antes de irme a dormir.
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Caray, que fea está la colonia… viera nomás como estaba antes… todas esas casas de allá, las blancas dúplex, eran puro alfalfar, por eso es que se inundan cada año, esos terrenos están bajo el nivel del río, pobres gentes las que viven en las plantas bajas… y qué le digo, antes estas casas están mejor que las de allá ‘rriba, las nuevecitas…. Esas no se inundan, pero están todavía más chiquitas, casi casi tiene que salirse la familia para que pueda entrar la luz del sol, y son más caras, quesque por los acabados. Y se agrietan luego luego, lo sé por mi sobrina que se fue a vivir a una de ésas. Y luego siempre les anda faltando el agua… Antes ni había nada, era puro despoblado, pura carretera de tierra.
Mi abuelo, por ejemplo, era trabajador de la fábrica, aquí en el casco de hacienda, que era una cooperativa, hasta que la cerraron. Estos terrenos, y los de abajo, nos pertenecen, también allá, que era el río… sí, había un río, todavía hace unos quince años iba la gente a meterse a bañar, y las señoras lavaban ropa, incluso hasta peces había… ‘ora ni agua hay. Es puro basurero. Han venido un montón de veces que a tapar el río, o bueno, la zanja que queda, pero no los hemos dejado. Eso sí, ya hasta miedo da pasar por ahí, puro mariguano. Mejor ni se vaya a asomar, camínele por la avenida, no vayan a pegarle un susto. En la noche yo mejor me encierro en mi casa, y ya no salgo.
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No, no tengo local. Empecé haciendo chambitas para los amigos, que el cambio de aceite, que si le checaba los frenos, que si las balatas. Poco a poco me fui comprando mi equipo, pero nunca he podido rentar un local, mejor trabajo con lo que me viene, así además no tengo ni que salir de mi casa, con que haya espacio en la calle para estacionar el coche, estoy bien.
Poco a poco ha ido llegando más gente, mi trabajo es cansado, pero tengo tiempo para darme mis gustos. Últimamente me ha llegado bastante trabajo. Unos conocidos míos mandan reparar coches al por mayor. Primero me dijeron que eran suyos, luego me empezaron a pagar por otros, según a contrato con una aseguradora que se queda con os que son pérdida total y luego los revende por piezas o seminuevos. Así que luego me llegan chocados. Pagaban muy bien y ahora pagan mejor, pero también me he dado cuenta de que no todos vienen chocados. A veces no les corresponde el número de motor, otras ni placas traen, vienen en grúa y así se los llevan… pero el que los recoge es muy intimidante, llega siempre acompañado de dos o tres grandotes, paga muy bien, no necesita decir nada más, sólo saluda con esa sonrisa cínica. El otro día me vino a visitar, iba tomando con uno de los comandantes de la colonia. Cada rato lo invitan a uno a los pulques, yo voy pocas veces, y me regreso antes de que empiecen a hablar de cosas importantes.
Después de todo, pagan muy bien, y no hay muchos otros lados donde se consiga ese dinero.
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Una fregada. Son más de las doce y yo sigo aquí, pegado como lapa a la computadora, tratando de terminar la tarea mientras oigo música a todo volumen (con mis audífonos) y, claro, mientras platico con mis amigos que viven del otro lado de la ciudad. Es curioso, hasta nos da risa pensar en cómo parecemos vampiros conforme avanza el semestre, en que parece que no vemos la luz del sol. Hace rato mucho mis pa’s, lo sé porque ví la luz de cuando metieron el coche y contesté con un lejano “hola” cuando entraron. Otra vez se me olvidó ir a cenar, pero estoy en exámenes finales, qué le voy a hacer. Otra noche que no duermo, bueno, un coyotito no me hará daño. Media hora a la cama y luego me meto a bañar que si no, no llegaré a mi seminario a tiempo…
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-Pedro…
Un sonoro ronquido responde a la pregunta
–Mmmh… -Pedro contesta casi dormido
-¿Pedro oíste eso?
Entonces el hombre se endereza con dificultad, aguzando el oído mientras se espabila.
-Son gritos, Pedro…
En efecto, el ruido de una pelea se escucha en algún lugar más allá de las paredes de la casa. Hay golpes, ruido de vidrios rotos y alaridos, podrían ser de un hombre o una mujer, pero son rápidamente silenciados.
-¡Pedro, saca la pistola!
El hombre se levanta, y se queda parado un momento junto a la cama. Luego, se vuelve a sentar
-Déjalo vieja.
-¿Pero y si estaban asaltando a alguien?
-Mayor razón para no meternos, que si saben que los vimos, o si los denunciamos, la vayan a tomar contra nosotros… ya déjalo así, es más ya se callaron…
-Pero, ¿y si pasó algo malo con los vecinos?
-¿Qué vecinos vieja? Ni los conoces… además ya alguien llamará… ¿qué tal si sólo se estaba peleando un matrimonio y nosotros metiéndolos en lo que no nos importa… ya vete a dormir…
-Bueno, como digas
Ambos vuelven a taparse con las sábanas y contra lo que pudiera creerse, se duermen. Ya no se oye ningún suido a excepción de los ronquidos que regresan con su fuerza habitual a los pocos minutos.
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Como al medio día, se oye el sonido desagradable y estruendoso de una mala grabación en un megáfono que pasa amarrado a un viejo bochito. Casi no se distinguen las palabras pero poco a poco se va desifrando el mensaje:
-ENTÉRESE DEL ASESINATO A SANGRE FRÍA, LO MATARON Y LO DECAPITARON EN ESTA MISMA COLONIA… ¡¡¡COMPRE, COMPRE SU PERIÓDICO!!! AQUÍ EN EL COCHE… LLÉVESE LA NOTICIA…
Los niños corren a enterarse, los que pueden compran el periódico, casi se lo arrebatan entre ellos… asustados de la noticia, pero emocionados, porque su calle apareció en la televisión…

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