Me levantaré de entre los muertos.

Por ti, me levantaré de entre los muertos.
No prometo dar un glorioso regreso, ni una santa acometida.
Sin ángeles ni aureolas, eso no es para mí.
Prometo hedores, rigidez, torpeza.
Los últimos chasquidos de mi mente en putrefacción, las ropas desgarradas y las uñas de tierra.
No te daré palabras de amor, sino gemidos incomprensibles, y tal vez mis manos se muestren ávidas de tu cuerpo, pero no de ti. Descuida, aún entonces seguiré deseando tener tu corazón.
Tal vez no lo soportes e intentes alejarte, mis agotadas articulaciones harán un torpe intento de seguirte, como es su costumbre, pero esta vez fallarán al primer obstáculo y se enterrarán en el fango que dejes entre mi cadáver (muerto ya) y el tuyo (futuro).
Te alejarás gritando tu miedo, y entonces, tal vez ese chico apuesto del bat me derrumbe (esta vez para siempre) atravesando con fuerza mi cráneo. Ahí, incapaz de manifestar el dolor que me produce tu horror, estiraré mi brazo en una última súplica hacia tí, y mientras mis sesos putrefactos se esparzan en el suelo tal vez derrame una gota de sangre que funja como lágrima a través de mis ojos blanquecinos.

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